miércoles, 5 de octubre de 2011

CRONICA DE ANALISTA


CRONICA DE ANALISTA
Autora: Diana Rona
Colección Psiconálisis

Presentación del libro por Cynthia Eva Szewach. Viñetas del Texto
Realizado en Librería Eterna Cadencia el Viernes 1º de Julio 2011.
En crónica de analista, Diana Rona, efectúa por un lado una crónica, frondosa de su práctica cotidiana y al mismo tiempo muestra un analista que se hace crónica de sí, formando parte de su práctica. Como si portáramos una cámara al hombro, ingresamos por el libro y nos detenemos a través de la fotografía elegida de tapa. Es una puerta de entrada hacia ese sitio íntimo donde, (cito) “ somos testigos privilegiados de un discurso íntimo de trazo plural”. Un espacio, en un instante, fotografiado, suspendido de palabras, como “nicho silencioso”, diría Diana, donde pasa la mayor parte de sus horas, paradójicamente la mayor parte de su vida, del vivir. Se sustrae una voz y nos invita a situarnos antes de ingresar. Allí estamos en un marco, estamos afuera y estamos adentro... o ni afuera ni adentro. La foto debe ser silenciosa, nos dice Kafka y no se trata de discreción sino de música agrega Aunque, para nosotros también se trata de discreción, un nombre de la abstinencia, tal como Diana lo anuncia y lo sostiene a lo largo del libro, dicho como :"Una confidencialidad cuidada, en el amparo de lo poético". Pero ésto lo sostiene no solamente porque el estilo es de sesgo cargado, y como anuncia: "con una proliferación de adjetivos que encubren , desfiguran y disfrazan." Tampoco solamente por la inexistencia desde ya, de datos explícitos, donde como dice: "la renuencia nos protege", ni porque gobierne en un analista el imperativo de voluntades en forma de mandamiento (“ todo lo que escuches aquí lo callarás”); sino porque la transmisión de aquello que allí ocurre, es la transmisión del deseo de “comunicarnos” lo irreductible, aunque no inefable, la marca de un imposible, de una escena perdida como tal. ¿Entonces qué palabras elegir acaso para contar, escribir, hacer llegar a otros lo que hacemos? ¿ quién habla cuando un analista escribe de su práctica?……… Digamos, no es ficción literaria aunque se sirva de ella, no es ensayística aunque se coquetee allí, ni es periodístico ni documental su género…. Es una experiencia del decir que no soslaya la enunciación. Es la práctica la que habla. Como dice el texto “El decir se esgrime en una cadena de dichos” Crónica de analista es un libro audaz, arduo, jugado, dedicado a sus pacientes a los que en ocasiones llama ellos. No es un libro entre otros. Postula una particular forma de relatar. Asume 66 artículos , especie de aguafuertes, a los que podemos ingresar sin un orden establecido, sino desde cualquiera de ellos. Están a su vez ellos atravesados por enlaces invisibles, nítidos a veces o evidentes en otras, que dialogan entre sí políglotamente, como plurilingüe es su autora. Dialogan entre sí en sus diferencias y como siempre con insistencias, repeticiones, donde el sujeto forja su marca, a condición de ya no ser. Es un libro para leer en voz alta cerca de la lectura poética, para leer de a sorbos, a cuentagotas, de a pitadas cortas, masticando lentamente a veces un fárrago de dichos que respiran en los espacios en blanco, entre frases que estallan en la piel o en las pieles. La complejidad , y quizá no se trate de descomplejizar, con la que Diana elige, o se elige en ella, a borbotones, su manera de escribir nos obliga una y otra vez al leer los textos y a preguntarnos ¿de que se trata lo que nos quiere hacer llegar? ¿En qué lengua habla el escrito que dramatiza una escritura ? No es un relato de la práctica hablado, intercambio que hacemos quizá con algunos pocos, con quienes compartimos muy privilegiadamente una comunidad de intereses. La textura es la del escrito. Escrito, en una oralidad que nos cuenta donde y en que espacios y en que climas, (soleado, frío, brumosos cielos), donde se pergeña para escribir, usando una de sus palabras elegidas, pergeñar. A veces está en Valeria, a veces en La Lucila, El cansancio del analista llama a una escritura cerca del río, cerca del mar La escena está nombrada como de "Infortunio solitario". ¿Por qué escribe un analista? A veces para desprenderse, para olvidar, para amortiguar los efectos de su día a día, de sus preocupaciones, para conceptualizar, para ubicar un obstáculo, para inventar... Pero, en este caso en especial, también para instituir el comienzo de un lazo. El libro creo yo, es el eslabón de un diálogo, en un comienzo, Solitario se titula el primer escrito, y Final se titula el último, final de tono azulado, como los tigres azules, indescifrables. “Si debo entrar en la soledad ya estoy solo”, me lee Diana, de Borges en El Desierto , y si hablo del final estoy allí cómo estoy?…….”el corte dibujará un gesto de cierre y nada sustituirá el amparo de esta escritura ... faltará un vacío lleno dice el texto, miles de ideas vagarán una orfandad desalmada…" ¿Pero acaso sabemos allí?.... Diana Rona hace oír al analista en un sillón a veces sin respaldo que no se acuna a sí mismo, que muerde las toxinas del día sin hacer de su labor un oficio de costumbre. No deja de vérselas con su incomodidad y sus fracasos y a veces, cada tanto, descansa. “No hay artilugios para reparar la sensación de fracaso”, escribe. No es furtivo, como un acontecimiento fugaz. Es contundente, golpea, no lo comprendemos, desmemorizamos, a veces duele, a veces perturba, nos entusiasma, lo dejamos, lo tomamos de nuevo, plantea escollos de estilo. Queremos preguntarle cosas….Es, en ese sentido que en este libro, (aunque para Blanchot el escritor, ese insomne diurno, dice en algún lugar, que al escribir renuncia a tomarse de la mano), lo que está en la punta de la lengua en Crónica de analista es que estos escritos de la práctica analítica, vuelvo a repetir, exigen un enlace a un diálogo que comienza; en ese sentido "el infortunio solitario", se ve interrumpido. Hay habitantes y pobladores de sus hojas: Eliot, Borges, Octavio Paz, hay allí también un diálogo a veces secreto a veces susurrado a veces incomprensible entre el epígrafe con su belleza y el texto. Pero otra de sus virtudes es que ni es la cita ni el saber referencial lo que impera. La aproximación psicoanalítica es refractaria al estasis del saber, aunque algunos lo olviden, y nos tengan acostumbrados al recitado de fórmulas y a la fatiga de la jerga. No es este el caso. Así es como Borges epiloga el texto que Diana llama Ciclos “Sotanos provistos de nueve puertas sotanos largos que se bifurcan..." Hoy Festejamos , cantamos su llegada, invitamos a leerlo y al intercambio que inicia. Sabemos el valor y del trabajo minucioso y delicado que ha estado presente en su producción, y de una cocina que sabemos abundante y que sin dudas se desprende indefectiblemente de su quehacer cotidiano: el deseo del analista en el testimonio de las voces de quienes somos sostén. Un analista, dice Diana, "inventa en las palabras un legajo en la escucha, es una búsqueda imprudente. " “Un escritor es un hombre devorado por un tono” ( nos dice Quignard)... La materialidad de crónica de analista no es de teclado frugal, es un cúmulo esperando surgir en un rítmico de tambores y fanfarria estridente que hacen de la lectura una experiencia, experiencia no facilitada, de apretado sentir.

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